"¿Qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?" - Mateo 16:26
Hallarse con las manos vacías
"Tenía quince años cuando me puse a jugar al balonmano, y en dieciocho meses formaba parte del equipo nacional junior en Alemania. Hasta mis veinte años, en 1988, no dejé de progresar. Un hermoso porvenir se perfilaba ante mi. Pero todo cambió en 1989, cuando pasé por cuatro intervenciones quirúrgicas y tres más en los años siguientes.
De repente nadie se interesó más por mi. ¿Qué valía yo fuera de mis resultados deportivos? ¿Cuál era el sentido de mi vida fuera del deporte? Forzosamente debía haber algo fuera del balonmano. Al buscar una respuesta me interesé por Dios y por Jesucristo. Hablé con diferentes personas, algunas de las cuales eran jugadoras de balonmano, quienes me hablaron de sus experiencias con Dios. Leyendo la Biblia y orando me volví conciente de una cosa esencial: Dios tenía para mi vida un propósito mucho más elevado que el mío, el cual consistía en llegar a ser una importante figura del balonmano. No me exigía hazañas excepcionales, más deseaba que le confiara mi vida.
¿De qué me servía alcanzar todos mis objetivos deportivos si, al mismo tiempo, me hallaba con las manos vacías? Agradezco a Dios haberme enseñado a tener confianza en él. Ésta es la más grande victoria de mi vida. El gozo que resulta de ello supera ampliamente toda la felicidad que me habían proporcionado mis victorias deportivas". G.S.
Fuente: "La Buena Semilla".
viernes, 8 de enero de 2010
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