EN EL VERANO europeo de 1998, visitamos con mi señora San Petersburgo. Para entonces, ya la
URSS (Unión Soviética) se había desintegrado y bajo el gobierno de Boris Yeltsin
se respiraba una saludable atmósfera de libertad. Visitamos, por supuesto el
Hermitage, el famoso Museo y también la Catedral, donde, coincidentemente, pocos días antes había sido enterrado el zar Nicolás
II junto con toda su familia, a quienes los bolcheviques, por orden del mismo
Lenín, habían asesinado cruelmente en la noche del 16 de julio de 1918.
POR muchos
años nada se sabía - o por lo menos así se daba a entender - de lo que
realmente había ocurrido con la familia Romanov hasta que, con la caída de
régimen comunista, se pudo reconstruir la historia y después de ochenta años, una vez recuperados los cuerpos,
fueron sepultados con honores en la Catedral de San Petersburgo.
RECORRIENDO
la ciudad llegamos hasta dónde había una antigua iglesia católica - recordemos
que en Rusia la religión predominante es la ortodoxa. Aquella iglesia estaba en
reconstrucción y su aspecto era realmente deprimente. A primera vista se notaba
su estado de abandono.
LEYENDO la
historia de dicha iglesia, nos enteramos que como tantos otros templos durante
la revolución, la misma había sido ocupada y saqueada por los bolcheviques y destinada posteriormente a servir de granero. Un incendio
incluso había ayudado a su posterior deterioro.
PERO, junto
con ese edificio hay también una historia humana para contar. Seguramente que
las historias son muchas, pero me
detendré en una de ellas, la cual se refiere al sacerdote que estaba a cargo de
la iglesia. El mismo fue detenido, llevado a Moscú, y después de algún tiempo, fusilado por los bolcheviques.
KAROL
WOJTYLA, que llegó a ser el Papa Juan Pablo II, conoció muy de cerca, tanto el despotismo nazi como las
persecuciones y presiones de los comunistas en su Polonia natal. Por eso, con
autoridad, podía decir que "las ideologías más perversas del siglo XX
habían sido, tanto el nazismo como el comunismo", siendo sus seguidores,
los causantes de las mayores tragedias del siglo.
POR TODO
ESTO, cuando vimos al Presidente de Bolivia, Evo Morales, entregar como
obsequio al Papa Francisco una especie de crucifijo armado con una hoz y un
martillo, uno puede legítimamente preguntarse si esto se hizo desde el
conocimiento ó la ignorancia, desde la convicción ó la conveniencia, y/o desde
la razón ó la sinrazón.
LA HOZ Y EL
MARTILLO es el maldito símbolo que llevó a una gran parte de Europa y del Asia
a tener que soportar una de las opresiones más inhumanas que pueda recordarse y
que provocó la muerte de por lo menos 60 MILLONES DE PERSONAS, sin contar los
muertos de la 2a.Guerra mundial.
PREGUNTO: ¿esto es lo que Evo Morales pretende hoy resucitar
e instaurar en Latinoamerica?
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